martes, 7 de mayo de 2013

El Precio De Los Combustibles Y Su Tendencia Al Alza


Por: Grupo de Estudios Geopolíticos y Territoriales -GEGT-.                            

Terminado el mes de Julio del presente año, la tendencia creciente de los precios de los combustibles en el golfo de los Estados Unidos, inclinó nuevamente los precios para los colombianos al alza, luego de un periodo comprendido de dos meses, en los que la gasolina experimentó una pírrica reducción de tan solo cien pesos por mes, fenómeno que se anunció de manera rimbombante, pero que ante los actuales escenarios de alza, se ocultan nuevamente.

En efecto, la variación de los precios de los combustibles a nivel nacional, está directamente ligada a la fluctuación del mercado internacional de cotización de crudo en general, y de manera específica a la variación del mercado de la gasolina en el Golfo de los Estados Unidos. De esta manera, las expectativas del alza o la baja a los precios de los consumidores finales, resulta ser un fenómeno ajeno a la dinámica de la producción en el terreno nacional, y se convierte fundamentalmente, en un problema de especulación del mercado internacional.

Cuando se revisa la variación de los precios de cotización de crudo en el Golfo de los Estados Unidos (ver gráfico), es claramente notoria la tendencia al alza a lo largo de los últimos 25 años. Si realizáramos la relación entre los precios medios del año 1986 al 2011, veríamos que este ha crecido a una magnitud de siete veces.

Por supuesto, no todas las zonas de cotización a nivel mundial son homogéneas en sus precios, a saber, porque aunque la tendencia al alza es un fenómeno mundial, las cotizaciones específicas están ligadas a los volúmenes transados y también a la dinámica de las bolsas accionarias que regulan las zonas específicas de negociación. Para el caso del Golfo de los Estados Unidos, este se ha caracterizado por registrar uno de los precios más altos a nivel mundial.

Esta tendencia es previsible y se agudizará en el futuro inmediato, si se tiene en cuenta el escenario actual de crisis orgánica del capital que repercute de manera directa sobre las principales bolsas accionarias del mundo, siendo la de Nueva York una de ellas. Así mismo, porque las eventualidades de encuentros de yacimientos altamente productivos y de explotación a largo plazo, son cada vez menores, por lo que los hidrocarburos tienden a ser un bien cada vez más escaso y por lo tanto perfectos para la especulación en el mercado capitalista.

Es por ello, que la farsa con la que el ex ministro de minas y energía y los representantes del Estado tratan de convencer a los colombianos de su política de regulación de precios de los combustibles, es evidente, pues aunque traten de hacer creer que la dinámica de evolución de los precios va a ser más estable, queda claro que la única estabilidad que estos experimentarán, será la del alza constante.

Insistamos sin embargo, que el volumen e intensidad de explotación de crudo en el país, poco tiene que ver con la generación del precio final. Siendo así las cosas, saltará a la cabeza del lector la pregunta obvia a hacer: “¿por qué entonces, el Estado colombiano tiene como meta el incremento de la producción de crudo a como dé lugar?

Recordemos que el negocio internacional de los hidrocarburos es uno de los más lucrativos, precisamente porque las altas inversiones de capital son rápidamente recuperadas con los mercados asegurados representados en los altos precios al consumidor, así como por la creciente escases del recurso que lo hace un bien predilecto para la especulación. En definitiva, el precio final del crudo se convierte en herramienta de enriquecimiento para los pocos explotadores del recurso, pero por el otro lado, es un fuerte mecanismo de opresión económica sobre las mayorías, quienes en última instancia ven reglamentado el costo de su vida (alimentos, transporte, vestido, etc.), principalmente a causa de la dinámica del precio de los combustibles.

De esta forma, las recientes discusiones y propuestas generadas en el teatro legislativo y parlamentario, que se centran sobre los impuestos cargados sobre los combustibles, como es el caso de la sobretasa a la gasolina, tienden a invisibilizar la verdadera discusión sobre el origen de los altos costos de los combustibles, la cual reside principalmente en la decisión política que ha adoptado el Estado y sus representantes de cotizar la producción de hidrocarburos en el mercado más costoso a nivel mundial, el Golfo de Estados Unidos, y no en otro mercado ni otro lugar como lo hacen gran parte de países productores de crudo.

No es por lo tanto cierto que exista una suerte de amarre económico al precio de los combustibles y que los colombianos debamos pagar por una de las gasolinas más caras a nivel mundial. Lo cierto es que el alto costo que pagamos cada día de manera directa e indirecta, lo único que sostiene son las cada vez más grandes arcas de las corporaciones transnacionales y su creciente voracidad sobre cada una de las gotas de petróleo del subsuelo nacional.

Si la nación es tenedora de importantes recursos minerales, energéticos y naturales, lo normal sería que el aprovechamiento, explotación y usufructo de estos, revierta en beneficios concretos a las mayorías trabajadoras del país. Ello implica, por supuesto, una decisión soberana por parte del Estado, que ponga por encima los intereses nacionales sobre el beneficio a los grandes capitales. ¿Dónde está ese Estado?, es inexistente por ahora.

El tránsito hacia ese nuevo Estado, se convierte entonces en tarea prioritaria de las mismas comunidades. El ejercicio de la defensa y la soberanía se convierten en objetivo estratégico al cual es necesario llegar. Así las cosas, la campaña de reducción del precio de los combustibles a la mitad, es una bandera que deberá convertirse en prioritaria para las agendas de las organizaciones sociales y sus movimientos regionales y nacionales.

¡Desde El Sur y Con La Gente 1º de Mayo combatiente!

la campana alianza por el 50 % también se tomo las calles del sur compartiendo con la gente, mostrando y visibilizando la propuesta que tiene como fin la defensa de los recursos naturales,  del territorio y la lucha por la soberanía.  
por eso los habitantes de Bogotá que marchamos el 1º de mayo exigimos:  precios justos en los combustibles y el transporte público, ¡No Mas! alzas en los productos de la canasta familiar y sobre todo ¡No Mas! saqueo de nuestros recursos naturales. 




¡La Soberanía No Tiene Precios, Los Recursos son del Pueblo!

¡AL 50!

Por una exigencia de reducción al precio de los combustibles.
                                 Por: Grupo de Estudios Geopolíticos y Territoriales -GEGT-



La jugada de la reducción de $150 al precio del galón de gasolina y $100 al del ACPM, aparte de ser una burla para la economía de los colombianos frente al precio a los combustibles, permite adentrarse un poco a desentramar la estrategia política del Estado colombiano en materia de hidrocarburos, la que podría resumirse de la siguiente manera: 1) Intensificación en la exploración y explotación petrolera en el último período, 2) Aumento significativo en la apropiación de renta petrolera por parte del Estado, 3) Centralización y redistribución de los recursos resumidos en megaproyectos, infraestructura e intensificación de la guerra.
En efecto, el Estado colombiano en los últimos 10 años, ha intensificado la exploración y explotación de los yacimientos petrolíferos. Del año 2002, en el que se producían alrededor de 200 millones de barriles anuales, hoy se producen más de 300 millones anuales, lo que significa que si bien todavía falta para la promesa del millón de barriles diarios, la producción ha experimentado un aumento importante. La primera conclusión evidente es que el país ha aumentado la exploración y explotación de crudo por un lado, pero por el otro, ello no se ha manifestado en una baja al precio de los combustibles al consumidor.

Entonces, si el aumento de la explotación de hidrocarburos es una realidad, ¿a dónde van a parar los beneficios, por lo menos económicos? Baste solo decir por ahora, que el capital foráneo e internacional es el gran ganador del aumento de la producción de crudo en Colombia. Y resulta lógico: nadie invierte en algún negocio si este no le representa un una tasa de ganancia. En el caso del petróleo, esta ganancia se agiganta, pues la fase de exploración, en la que existe un mayor riesgo de encontrar o no yacimientos productivos, no la asume el actor privado, lo que es lo mismo decir que minimizan el capital de riesgo porque invierten menos, sino que hecho este trabajo por Ecopetrol, quien es el encargado de la exploración en el país, los capitales internacionales entran directamente a la fase de extracción. Así, estas grandes cantidades de inversión extranjera tienen tasas de retorno o ganancias impresionantes, que logran su punto de equilibrio en unos cuantos meses de explotación de crudo, es decir que logran recuperar rápidamente su inversión inicial.
 
Con tan solo las cantidades de crudo extraídas hay asegurado un gran negocio; más aún cuando los precios de venta a los que son colocados los productos como la gasolina, ACPM, querosene, etc. son altamente lucrativos para las empresas. Ejemplo de ello es el precio de la gasolina, que toma como referencia para su venta los precios del Golfo de los Estados Unidos, precios que se caracterizan por ser los más elevados en el mundo. Lo explicó muy bien el ministro Cárdenas cuando afirmó que de no asegurarles un precio de venta de tal magnitud a las transnacionales, estas podrían a partir de cláusulas existentes enviar la totalidad de la producción hacia el exterior. Es decir que se les asegura el mejor negocio, con el mejor precio de venta a las transnacionales, en perjuicio de los consumidores, quienes tienen que pagar los elevadísimos precios.
Porque más allá de las discusiones entre las diferentes bancadas del congreso, desde los amarillos, pasando por los rojos, hasta los azules y multicolores, así como los análisis de algunos expertos e incluso de las sugerencias de los mismos funcionarios del gabinete gubernamental quienes aseguran que el problema del alto costo de la gasolina se debe a los impuestos como la sobretasa, que si bien es cierto, es un agravante, el principal factor de alza de precio es el precio de venta internacional. Vale la pena preguntarse por qué muchos de los países productores a nivel mundial, muchos de ellos participantes de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), no regulan sus precios en función del mercado internacional, lo que les permite ofertar el combustible a mejores precios para los consumidores nacionales. La decisión opuesta que ha tomado el Estado colombiano, tiene a los sus habitantes pagando uno de los precios más altos de la gasolina en el mundo (tercer lugar entre los países productores de petróleo.
Y es que esta decisión de los gobiernos de turno a favor de los capitales extranjeros y en contra de las necesidades de las mayorías, no solamente tiene efectos en el precio de los combustibles sino que como sabemos, los combustibles dada su importancia son un regulador económico de la mayoría de bienes. Así que si usted se pregunta por qué mes a mes los precios de la panela, del arroz, de la papa, la yuca, etc., no dejan de subir; ello lo explica en gran parte los precios amañadamente elevados de los combustibles.

Es por ello que la necesidad de reclamar y exigir la baja del precio de la gasolina y el ACPM debe ser una bandera de los transportadores, conductores de camiones, buses, taxis, motos, de las familias que cada vez se ven más acosadas al momento de hacer el mercado; es decir, de todos los trabajadores quienes son afectados diariamente por esta decisión política del gobierno de fijar precios altos. En estos tiempos de corrupción institucional, en el que mandatarios y políticos legislan a favor propio y de capitales foráneos en detrimento del bienestar nacional, la soberanía y los intereses de las mayorías, queda solamente el camino de la movilización, la denuncia y la organización social como mecanismo de conquistar derechos y procurar caminos para una gestión y administración digna y favorable de los recursos estratégicos de la nación.

La exigencia de la reducción del precio de los combustibles al 50%, bandera que ya empiezan a alzar varios sectores, debe convertirse en una exigencia inmediata de todo el pueblo colombiano. Queda claro que no es para nada descabellada esta exigencia, si se tiene en cuenta que tan solo depende de una decisión política, la cual solo será posible de tomar en la medida que exista una fuerza necesaria de la mayoría del pueblo para procurar que la balanza social se mueva a nuestro favor.
¡POR UNA REDUCCIÓN DE LOS COMBUSTIBLES AL 50%!

lunes, 18 de febrero de 2013



 Alianza por el 50%

Campaña de Movilización por precios justos en los Combustibles y el Transporte Público.



Colombia ha alcanzado la producción del millón de barriles diarios, tan anhelada por el gobierno. La explotación de crudo ha aumentado en casi el doble desde el año 2005. Si esto es así, ¿por qué los precios en la gasolina y por ende de la vida cotidiana de los colombianos, no ha bajado proporcionalmente? Nuestra propuesta de una rebaja al 50% en el precio de los combustibles, se presenta como la posibilidad de mejoramiento de la economía de las familias colombianas, en un escenario de incompetencia estatal ante esta problemática.

¿De dónde viene el problema?
Como cada día se hace más difícil para los grandes capitales mantener sus ritmos de ganancia en medio de la actual crisis económica, la producción mundial en su conjunto tiende a crecer vertiginosamente, para intentar sostener esas tasas de ganancia, de ahí que a mayor producción de mercancías, mayor necesidad de materias primas. La actual voracidad que alienta la crisis mundial, hace que todos y cada uno de los territorios, por poca o gran riqueza natural que tengan, sean objetivos para la maquinaria extractivista de las transnacionales y el gran capital.

Este proceso de extractivismo y destrucción no tiene precedente alguno en la historia de la humanidad. Nunca antes la sociedad en su conjunto había tenido tal cantidad de demanda energética, que le obligara a ritmos tan acelerados de extracción de recursos. Entonces, esta crisis también se caracteriza por ser una crisis energética, en la que los recursos renovables así como no renovables son objeto cotidiano de despilfarro y gasto.

Colombia, es uno de los países donde gran número de empresas extranjeras han saqueado desde inicios del siglo XX los recursos naturales. Pese a esta realidad, los gobiernos de este nuevo siglo, continúan con el legado de sus antecesores y piden a gritos más inversión extranjera. Pero como las inversiones no se hacen sin recibir nada a cambio, las arcas de estas empresas se llenan de ganancias, mientras que las clases medias y sectores populares del país, cargan a cuestas el detrimento de su economía, destierro, empobrecimiento cultural, así como territorios enteros con grandes desequilibrios ecológicos y ambientales.

Nuestro país y su situación petrolera.
Colombia se sitúa en el tercer lugar de América Latina como exportador de petróleo. La creciente dinámica del proceso productivo de los hidrocarburos, ha hecho que la exploración y por lo tanto el hallazgo de reservas probadas aumente. En cifras de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), para el 2011, nuestro país tiene reservas probadas de alrededor 2259 millones de barriles. Esta cifra nos dice poco, pero teniendo en cuenta la tasa de explotación de crudo, que actualmente oscila entre 900.000 y un millón de barriles diarios, las reservas nos dan una cortísima duración de 6 a 7 años. Esta crisis tiene dos posibles salidas: 1) Disminuir la tasa de explotación de crudo o, 2) Aumentar la tasa de exploración de nuevos yacimientos. El Estado ha optado por la segunda salida, pese a las grandes afectaciones que de por sí el solo proceso de exploración lleva implícito[1].

Así, más exploración, mayor explotación y más saqueo para la nación  y por otro lado mayores contratos, licitaciones y adjudicaciones de negocios para el gran capital, son las dos caras de la moneda de la política minero energética en Colombia. Por ejemplo, la dinámica extractiva de la transnacional Pacific Rubiales, que posee actualmente 8 campos de exploración y explotación, le genera ganancias anuales de 554 millones de dólares, aproximadamente la cantidad de capital que harían alrededor de 138500 trabajadores colombianos en el mismo periodo sin gastar un solo peso. Otro ejemplo la construcción de infraestructura para el saqueo de los recursos energéticos, como lo demuestra el actual proyecto Oleoducto Bicentenario[2], el que se realiza con la proyección de duplicar la actual producción de crudo en un periodo de tan solo 10 años.

Mientras los planes y la realidad se mueven en favor de la extracción y el saqueo de los recursos minero energéticos de nuestra nación, la demanda interna, para el caso de los hidrocarburos, aún no es satisfecha. Es decir, que mientras mayor número de empresas extranjeras hacen jugosos negocios, el país importa  combustible refinado, pues Ecopetrol no alcanza a cubrir la demanda.

¿Qué  pasa en nuestra ciudad?
En las ciudades de Colombia y en especial en Bogotá, se sienten las consecuencias directas de estas nefastas políticas minero energéticas con los altos precios de la gasolina y el ACPM, y por consecuencia del transporte público que se encuentra en la penosa situación de ser el más costoso en América Latina.

Como característica de nuestras sociedades modernas, las fuentes energéticas determinan en gran medida el ritmo y los costos de la vida. Los altos precios de los combustibles, significan para los ciudadanos y los colombianos en general, mayores costos en la canasta familiar, pues estos aumentan proporcionalmente a los combustibles debido a los precios crecientes de los fletes y del proceso de transporte en general. De esta forma los alimentos y demás manufacturas básicas para el consumo son cada día más difíciles para conseguir, es decir que se afecta nuestro acceso a los medios básicos de vida.

Basta tan solo con hacer un ejercicio de revisar las materias, productos, mercancías y demás medios de vida que diariamente utilizamos y son necesarios para nuestra cotidianidad. Este ejercicio nos demostrará que por ejemplo la ropa que llevamos puesta, lleva fibras sintéticas que son realizadas de productos derivados del petróleo, así como los zapatos y todo objeto que tenga plásticos. Alimentos, vestido, materias primas, transporte, industria, etc., todas estas palabras guardan relaciones directas e indirectas con la dinámica de los precios de los combustibles.

Las recientes rebajas a los precios de los combustibles, no corresponden proporcionalmente a la intensificación de la actividad petrolera y parecen una burla para la nación. Por ejemplo, finalizando el 2012, el gobierno anunció con bombos y platillos, la rebaja al precio de los combustibles, sin embargo, no nos contó con la misma vehemencia, las constantes alzas de los meses pasados en el año, e incluso las históricas alzas de precios a las que hemos sido obligados mes tras mes. El balance final para el 2012, sumando y restando aumentos y reducciones, sería una pírrica reducción de 11 pesos. Sin embargo dada la flexibilidad que la ley otorga a las estaciones de servicio, estas suelen hacer acuerdos para mantener los precios en los límites superiores haciendo que las “rebajas” sean inexistentes en la práctica.

Frente a las propuestas que se adelantan en varios escenarios, consideramos que las rebajas de hasta 400 pesos al costo final de los combustibles son aún insuficientes en aras de concretar una política de precios justos para las clases medias y sectores populares del nuestra nación[3]. Consideramos así mismo que una rebaja de los precios finales a los combustibles si bien debe considerar los múltiples impuestos, muchos de ellos absurdos, principalmente la reducción debe partir de la decisión política de no cotizar la producción de hidrocarburos de la nación a precio internacional del Golfo de los Estados Unidos, pues este es el mayor componente de los altos precios de los combustibles

La Campaña.
La Campaña Alianza por el 50%, es adelantada por varias organizaciones sociales de Bogotá y del país. Ella busca conocer, visibilizar y dialogar críticamente sobre las características de la problemática minero energética en Bogotá, con el ánimo de generar procesos de movilización social. Una exigencia clara de rebaja del 50% del precio final de los combustibles y del transporte público frente al gobierno nacional, debe invitarnos a reflexionar, debatir y abrir más escenarios frente a los temas causales de los altos precios, pero también frente a las consecuencias de ello. Así, esta campaña es al mismo tiempo una campaña por la soberanía  de los recursos estratégicos y naturales de la nación y por otro lado una campaña que invita a los más amplios sectores a ligar las problemáticas del transporte público, de los precios de los alimentos y en general de los costos de la vida misma, a este gran esfuerzo conjunto.

Nuestro propósito, es dar cuenta de la importancia de generar reflexiones movilizadoras frente a las problemáticas sociales que afectan el bolsillo y la calidad de vida de las clases medias y populares. Nos duele y va en contra de nuestro proceso humano, ético-político, económico y cultural la forma de explotación empleada por empresas extractivistas de origen nacional, como Ecopetrol y extranjeras como OXY, Pacific Rubiales, Repsol, entre otras tantas, las que se configuran como carteles económicos que regulan, desde los procesos de explotación y saqueo de los recursos primarios, hasta la venta y precio de los productos terminados.

Finalmente cabe preguntarnos, si somos fuertes productores de petróleo y se alcanzó el soñado millón de barriles diarios, ¿por qué los precios de los combustibles no bajan proporcionalmente?, si la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha invitado a Colombia a ser miembro, ¿por qué se cotiza el precio de los hidrocarburos en el mercado internacional y no en el territorio propio? Si las políticas minero energéticas siguen apuntando a agudizar la exploración,  explotación y saqueo de hidrocarburos y minerales de territorios a costa del medio ambiente...

Alianza por el 50% por la reducción del precio final de los combustibles, para no cotizar en mercado internacional el crudo nacional, para frenar la dinámica extractivista en nuestro país, para una política nacional de rebaja al precio del transporte público y para rebajar los costos de los fletes del transporte.

LA SOBERANÍA NO TIENE PRECIO, LOS RECURSOS SON DEL PUEBLO.



[1]               Una de las propuestas para aumentar el hallazgo de nuevos sitios para explotación, es la incorporación de los llamados “Hidrocarburos No Convencionales”, como el caso del Shale Gas o Gas de Esquisto, el cual ha tenido grandes debates y prohibiciones internacionales por su grave afectación al medio ambiente y a los cuerpos hídricos.
[2]              Este proyecto contempla la construcción de un oleoducto que inicia desde el municipio de Araguaney (Meta), llegando a la estación Banadías (Saravena – Arauca), para finalmente conectarse en paralelo al oleoducto Caño Limón – Coveñas.
[3]                Un cálculo rápido nos dice que bajo la actual propuesto gubernamental de regulación de precios a los combustibles, una baja en 17 % del precio del barril de petróleo, significaría una reducción de tan solo el 2%; mientras que con un incremento de 15% o 17% del barril, significaría un aumento del 20% del precio final de los combustibles.